domingo, 8 de mayo de 2016

Enoc y el Tarot

Enoc

El sabio prediluviano que nos transmitió el Tarot

Enoc ascendiendo al cielo por Gerard Hoet.
Enoc aparece en la Biblia como hijo de Jared, descendiente de Set, hijo de Adán, padre de Matusalén, abuelo de Lamec y bisabuelo de Noé (Génesis 5:18-30). Diciendo además en Génesis 5:24: «Enoc anduvo con Yahvé, y desapareció porque Yahvé se lo llevó. Y en Hebreos 11:5 «Por la fe Enoc fue trasladado para no ver la muerte, y no fue hallado, porque lo trasladó Dios».

Según el Libro de los Jubileos, texto apócrifo escrito en tono midrásico, probablemente en el siglo II a. C. por un judío fariseo (de la versión hebrea sólo se conservan los fragmentos encontrados entre los manuscritos del Mar Muerto; la versión mejor conservada es la etíope): “Durante trescientos años, Enoc aprendió todos los secretos (del Cielo y de la Tierra) de los bene Elohím (‘los hijos de los Dioses’)”. Más tarde, el mito hebreo convierte a Enoc en el ángel ayudante y consejero de Jehová Elohím y también en patrono de todos los niños que estudian la Torá.

Según el Sefer Hejalot (midrás sobre los secretos del Cielo, estrechamente relacionado con el Libro de Enoc): “El sabio y virtuoso Enoc ascendió al Cielo, donde se convirtió en el principal consejero de Yahvéh Elohím y desde entonces fue llamado Metatron.

Yahvéh Elohím puso su propia corona sobre la cabeza de Enoc y le dio setenta y dos alas y numerosos ojos. La carne de Henoc se transformó en llamas, los tendones en fuego, los huesos en ascuas, los ojos en antorchas, el cabello en rayos de luz, y lo envolvió la tormenta, el torbellino, el trueno y el rayo”.

Metatrón sería una corrupción hebrea del griego meta-dromos, ‘el que persigue con venganza’, o de meta ton zronon, ‘cercano al trono’.

Los setitas (descendientes de Set) hacían voto de celibato y llevaban vida de anacoretas, según el ejemplo de Enoc. Según el Génesis 5, Enoc era un hombre justo, «caminó con Yahvéh», vivió 365 años, y desapareció, porque Yahvéh se lo llevó sin que muriera.

El escritor midrásico judío Bar-Hebraeus escribió: “Enoc fue el primero que inventó los libros y las diversas formas de escritura. Los antiguos griegos declaran que Enoc es equivalente a Hermes Trimegisto, y enseñó a los hijos de los hombres el arte de construir ciudades, y promulgó algunas leyes admirables [...] Descubrió el conocimiento del zodiaco, y el curso de los planetas; y enseñó a los hijos de los hombres que debían adorar a los Elohim, que debían ayunar, que debían rezar, que debían dar limosnas, ofrendas votivas y diezmos. Reprobó los alimentos abominables y la ebriedad, e instituyó festivales para sacrificios al Sol, en cada uno de los signos zodiacales”.

En el Corán, el profeta Enoc es conocido como Idris, y se le describe como sigue:

“¡Verdaderamente! Es un hombre de verdad y un profeta. Le elevamos a un alto puesto”.
El rapto de Enoc por Miguel Angel Buonarroti.
Según el 2º libro de Henoc, texto apócrifo y pseudoepigráfico, el dios Yahvé se llevó a Enoc y le transformó en el ángel Metatrón. Se dice que el rey Salomón adquirió gran parte de su sabiduría en el Libro de Raziel, colección de secretos astrológicos tallados en zafiro, que guardaba el ángel Raziel.

En el capítulo 23 del 2º libro de Enoc, Enoc dice que el dios El dictó a Enoc su conocimiento cósmico, después designó a los ángeles Samuil y Raguil o Semil y Rasuil para que acompañaran a Enoc en su regreso a la Tierra y ordenó a éste que legara esos libros a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Tal sería el origen del Libro de Raziel, que fue entregado, según la tradición judía, por el ángel Raziel a Adán, del cual pasó a Noé, Abraham, Jacob, Leví, Moisés y Josué antes de llegar al rey Salomón.

Según el Tárgum sobre el Eclesiastés: “Cada día el ángel Raziel, erguido sobre el monte Horeb, proclama los secretos de los hombres a toda la humanidad y su voz resuena alrededor del mundo”. Un denominado Libro de Raziel, que data aproximadamente del siglo XII, fue escrito con toda probabilidad por el cabalista Eleazar ben Judah, de Worms, pero contiene creencias místicas mucho más antiguas.

Para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (conocidos popularmente como “mormones“), Enoc fundó la ciudad justa de Sion en un mundo pecaminoso. Él y los habitantes de toda la ciudad fueron «trasladados» por Jehová y se esfumaron de la superficie de la Tierra antes del Gran Diluvio. Dejaron a Matusalén y su familia (incluido Noé) para que gente justa siguiera poblando la Tierra.

Se dice que el patriarca Enoc escribió 366 libros de sabiduría. De Enoc se dice en las Escrituras: «anduvo toda su vida en los caminos de Dios y no conoció la muerte sino que fue asumido».

Enoc fue el primer sabio de nuestra Era Adámica, o sea de nuestra actual civilización, tan adelantado que su sabiduría se regó por todos los países entonces conocidos y cada país trató de apropiárselo bautizándolo cada uno con el nombre apropiado al lenguaje del lugar.

En Egipto fue conocido como Toth, escriba de los dioses, nombre que significa “dos veces grande”. En Grecia lo conocieron como Hermes Trimegisto, o sea, “tres veces grande”. En fenicia los llamaron Cadmus, o sea “cinco veces grande”.

A través de los tiempos extraviáronse los 366 libros de Enoc. Andando los siglos aparecieron tres ejemplares de esos libros; uno en Abisinia (Etiopía) y el otro fue a dar a Rusia.

La copia etíope pasó a Jerusalén. Se presume que la Reina de Saba lo llevó como obsequio a Salomón, y luego, por medio de las Cruzadas, fue a parar a Inglaterra donde fue archivada en la Abadía de Westminster, donde desapareció de la circulación, reapareciendo cuando un obispo encontró y leyó uno de los libros, precisamente el que trata de la Ley de Mentalismo, la cual le pareció interesante y la exhumó poniéndola en circulación, siendo hoy esta Ley la base de las Enseñanzas Metafísicas.

El libro traducido, que no sabemos cómo reapareció, es aquel en que se narra cómo Enoc fue llevado a la presencia de Dios antes de dejar definitivamente la Tierra, y las estupendas revelaciones que le fueron dadas para transmitirlas a sus hijos y a las sucesivas generaciones.

Este nuevo fragmento de la primitiva literatura vio la luz por medio de ciertos manuscritos que fueron encontrados en Rusia y Servia, y lo que hasta ahora se conoce se ha conservado en lengua eslava. Poco se sabe acerca de su origen, excepto que en la presente forma fue escrito en alguna parte, más o menos al comienzo de la Era Cristiana. Su último editor fue un griego y el lugar de su composición fue Egipto. La obra no entró en el canon de libros bíblicos por decisión eclesiástica. La razón: "No fue revelado por Dios", dijeron los jerarcas de la Iglesia católica. La experiencia demuestra que, sea mucha o poca, la validez de los textos apócrifos es la misma que la de los canónicos. La iglesia abisinia sí lo incluyó en su Antiguo Testamento.

En cuanto al tercer libro de este patriarca adámico, las culturas de su tiempo lo adoptaron como propio y fue transmitido de generación en generación en la mayoría de los casos constituyendo un alfabeto primitivo que les permitió transmitir sus conocimientos y experiencias a sus descendientes hasta el día de hoy; el sanscrito, el arameo, el hebreo, el griego entre otras lenguas y sus derivadas de estas tienen la particularidad de provenir de un mismo origen alfabéticamente hablando. El libro original entregado a Enoc por Yahve Elohim.

Pero además este tercer libro, que viene a ser el primero de todos, puesto que dio origen a la escritura, y sin él no se hubieran podido escribir los demás, no solo era un alfabeto, sino también era y es una escuela iniciática, una síntesis de todo el conocimiento, además de ser un oráculo en sí mismo y una herramienta para el auto conocimiento y el exito. Fue entregado como dijimos antes por Yahve Elohim a este profeta para que se lo entregase a su pueblo y a través de su uso conserve su historia, su tradición y sus conocimientos. Una joya prediluviana que Noe y el pueblo hebreo se encargó de conservar por maravillosa. Una joya llamada Tarot.

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